miércoles, 21 de octubre de 2009

Mellas

Quién no las tiene. No conocí a nadie feliz que realmente disfrutara de toda su dentadura. Y en el viaje de mi exilio -en un tren que iba hacia el norte- descubrí que con un sólo diente se puede comer un bocadillo de chorizo. Como la vida misma.

5 comentarios:

Juan Duque Oliva dijo...

Pero con mucho trabajo Antonio.

rossy dijo...

yo me caí en 6ºEGB, en el porche 2º de mi colegio, un aciago día de lluvia, y me partí las dos paletas ... aún hoy puede escucharse por los pasillos la carcajada que soltó mi hermana shica ...

Antonio dijo...

Luz de gas, claro pero luego da un gusto especial superar tantas barreras... ¡¡buen otoño!!

Rosalía y que aún se recuerda entre las paredes del cole, seguro que alguna secretaria a punto de jubilarse aún lo cuenta como anécdota... ufff me das un hilo y saco el traje je je
Lo cierto es que las mellas de la boca, como cuando se te van cayendo, crean todo tipo de complejos... y a tí te debió doler tela...

Muchos besos.

Antonio

Zapateiro dijo...

Todos hemos estado melletos alguna vez. Y más que llegaremos a estarlo. Es ley de vida.

Antonio dijo...

Zápat ja ja ja claro, a partir de los seis años empezamos a cambiar la dentadura y somos los payasetes de la casa... las mellas, espacios en blanco, que dejan las personas ya adultas esas no hay dentadura que las reemplace.

Besssssssos

Antonio